Cita con Zahira Orcero
Cita con Marisa Caban
Primera sesión diagnóstica
70€ / 90 minutos
Sesiones siguientes
45€ / 60 minutos
Cansancio, dolor, fatiga, problemas de concentración, trastornos del sueño, problemas digestivos…
Te suena?
Pueden ser síntomas puntuales, o en ocasiones incluso diarios, que te generan malestar y falta de energía en tu día a día y que interrumpen “sin causa aparente” pero que influyen en una peor gestión del estrés. Síntomas que además pueden acompañar a diversas enfermedades: trastornos autoinmunes, fibromialgia, hipo-hipertiroidismo, alteraciones en la salud hormonal…
Y es que nuestro estilo de vida: qué y cuándo comemos, cómo y cuándo nos movemos, cómo y cuando descansamos, qué y cómo nos sentimos puede llevarnos hacia la inflamación, hacia el agotamiento de nuestros recursos, hacia la falta de reparación de nuestros tejidos, hacia la cronicidad de nuestros síntomas.
Esto se debe a que se daña nuestra microbiota, nuestra calidad y absorción intestinal, se sobreactiva nuestro sistema inmune, se desregula nuestra tiroides y el eje hormonal entre otros…
Lo bueno es que todo es en gran medida REPROGRAMABLE!
Además, cuando ciertas experiencias que hemos vivido son de gran intensidad, y/o suceden a una edad muy temprana y presentamos episodios de ansiedad, depresión u otra alteración anímica también pueden surgir síntomas similares como:
– Problemas de concentración, de memoria, de toma de decisiones
– Trastornos del sueño/descanso
– Dolor y fatiga crónica: fibromialgia, sindrome de fatiga crónica…
– Trastornos intestinales, intolerancias, alergias
– Infecciones o candidiasis frecuentes
Entre otros..
La combinación de psicoterapia con Psico-neuro-inmunología (PNI) está resultando un recurso muy beneficioso. Desde la PNI uno de los principales enfoques es reequilibrar la demanda de energía, aportar energía física y mental es clave ya que sin energía no podemos pedir cambios de conducta, ni cambios fisiológicos.
Desde la consulta de Psico-neuro-inmunología clínica vamos analizando todo sobre nuestros hábitos de vida, para ir indagando en los “porqués”, en qué hay detrás de cada síntoma o diagnóstico desde un abordaje global e integrativo.
Cada paciente necesita un Plan de Ruta Personalizado, por lo que en consulta lo vamos diseñamos juntos y según la realidad de cada paciente y acorde con su situación personal y social.
Estrés
La Psiconeuroinmunología pone de manifiesto la influencia de factores psicosociales sobre la respuesta inmunológica. (Ader, Felten, y Cohen, 1991).
El estrés es uno de los principales elementos para el estudio y experimentación científica de la PNI.
Pero: ¿Qué es Estrés?
Realmente estrés es cualquier cambio en nuestro estado de Homeostasis o equilibrio interno. Es el motor que activa los mecanismos de defensa /adaptación que nos hacen sobrevivir.
Los estresores que configuraron nuestros Ejes y estrategias durante la evolución fueron: hambre, sed, frío, calor, peligro, infección. Generaban un estrés fisiológico que tiene un principio y un fin corto en el tiempo (lo más prolongado podría ser una infección y sin antibióticos mas de 7 -14 días no se puede sobrevivir).
En cambio, los estresores que predominan hoy son: hipotecas, conflictos familiares, alimentos y bebidas procesadas, carencia de nutrientes esenciales, falta de actividad física, trabajo sedentario, falta de contacto con la naturaleza, horarios nocturnos, falta de contacto social… estresores que perduran mucho más en el tiempo y mantienen los ejes activados de manera constante gastando recursos. Estrés crónico no fisiológico.
Este estrés prolongado y/o un estrés en edad temprana puede alterar el estado de equilibrio u Homeostasis (bienestar fisiológico) a largo plazo.
Daña la salud porque produce dolor emocional, dolor físico, cambios neurofisiológicos, cambios en el metabolismo, en el sistema inmune…
Muchas afecciones crónicas comienzan pronto en la vida por una programación “negativa” de los ejes del estrés, del sistema inmune, de nuestros órganos – tejidos hacia unas vías proinflamatorias.
Se denomina: programación epigenética a cómo lo que vivimos a nuestro alrededor influye en nuestro cuerpo, mente, y en la expresión de nuestros genes.
Estos cambios a nivel neurobiológico también influyen en cómo manejaremos el estrés en futuras situaciones, no ya desde la parte consciente, sino cuan rápido/efectivamente/de modo adecuado se activarán nuestros núcleos cerebrales, se usarán nuestras hormonas y neurotransmisores y qué calidad tendrán nuestros tejidos
La consecuencia de esta activación continua de los ejes y del sistema inmune es una inflamación generalizada de bajo grado, y los síntomas que percibimos provienen de las estrategias que usan para seguir activos.
Por ejemplo:
• Dolor muscular general: se debe a que el músculo cede energía y tejido al sistema inmune.
• Problemas en el descanso o en el ánimo: el sistema inmune roba serotonina y otras hormonas y neurotransmisores.
• Problemas cutáneos: activación ejes, sistema inmune robando materia a las barreras corporales.
• Falta de energía: sistema inmune demandando energía y produciendo resistencia a hormonas como el cortisol.
El proceso brevemente y en líneas generales es el siguiente: Estímulo estresor que tiene 3 efectos principales:
1. Una descarga de adrenalina y noradrenalina. Estas hormonas se concentran en el cerebro y se modifica la actividad de enzimas sintetizadoras de catecolaminas.
2. Movilización de recursos orgánicos para una actividad física inmediata. Estos recursos se van a concentrar fundamentalmente en tres órganos, cerebro, corazón y musculatura.
3. Inhibición de las funciones normales de órganos viscerales y paralización de la producción de reservas de energía para el organismo.
Sucede que al activar el eje HPA las respuestas de lucha o huida, las hormonas de estrés inhiben la actuación del Sistema Inmunológico para poder así conservar reservas energéticas y ser usadas en caso de necesidad durante el proceso. Pero si la situación estresante se mantiene durante un tiempo excesivo, se puede llegar a una fase de agotamiento de recursos, con la posible consecuencia en forma de enfermedades psíquicas o físicas. Entre otras cosas, precisamente, porque durante ese proceso disminuye nuestra capacidad para luchar contra posibles enfermedades al inhibirse el SI.[2]
Igualmente, las hormonas del estrés frenan la actividad de la mente consciente e incrementan los reflejos instintivos, pudiendo provocar una reducción de la inteligencia y una disminución de la consciencia.[3]
En realidad el mecanismo es absolutamente adecuado para manejar las situaciones de estrés a corto plazo, pero no está diseñado para permanecer activo de forma continua, tal como ocurre en las sociedades modernas.[4]
Por ejemplo, los estudios han demostrado que la permanencia por largos periodos de tiempo de una elevada tasa de cortisol en el cuerpo humano, produce una gran variedad de efectos nocivos. Así las enfermedades relacionadas con el estrés suponen el 80% de todas las consultas médicas.[5]
Como efectos nocivos se pueden destacar:
• disminución de la memoria y del aprendizaje
• elevada tasa de azúcar en sangre
• incremento de las enfermedades cardiovasculares
• disminución de la capacidad de recuperación celular
• aceleración del envejecimiento
• cicatrización más lentas de las heridas
• disminución de la capacidad de reparación ósea
• disminución de la concentración en sangre de células inmunitarias
• reducción del número de anticuerpos
• incremento de muerte en células cerebrales
• reducción de la masa muscular
• menor reparación celular de la piel
• aumento del depósito de grasa en cintura y caderas
• incremento de la posibilidad de contraer osteoporosis.
• Elevada presión sanguínea.
Dawson Church, PH.D.6
Origen de la PNI
• En 1975 se acuña el término psiconeuroinmunología, como resultado de un experimento realizado en la Universidad de Rochester por de Robert Ader (psicólogo) y Nicholas Cohen (inmunólogo).
• Basándose en el condicionamiento clásico de Pavlov, demostraron que produciendo una señal aversiva a través del sistema nervioso (en este caso el gusto) condicionaba las respuestas del sistema inmune.[9]
• En 1977, los investigadores H. Besedovsky y E. Sorkin demostraron la relación existente entre cerebro y sistema inmunológico.[10]
• Posteriormente, en 1981, David Felten de la Universidad de Indiana, descubrió por primera vez que una red de nervios llegaba a los vasos sanguíneos y al sistema inmune. Este descubrimiento aportó las primeras pruebas de cómo ocurre la interacción entre sistema nervioso y sistema inmune.[11]
• En el mismo año, Ader, Cohen y Felten, editan el libro Psychoneuroimmunology, en el que se detalla la íntima relación entre cerebro y sistema inmune constituyendo un único sistema integrado de defensa.[12]
• En 1985, el investigador J. E. Blalock, descubrió un circuito bidireccional entre el sistema inmune y el sistema endocrino.
• En el National Institute of Mental Health (NIMH)(USA), la neurofarmacóloga Candace Pert, descubrió la estrecha relación entre las emociones y el sistema inmunológico al encontrar receptores específicos delas membranas celulares tanto en el cerebro como en el sistema inmunitario. Se mostró que no solo el cerebro modula los SI y SE, sino la enorme influencia que el SNC tiene en la enfermedad.[14]
Referencias:
1. Solomon, George F. Psiconeuroinmunología: sinopsis de su historia, evidencias y consecuencias. Segundo congreso virtual de psiquiatría, Interpsiquis 2001. Mesa Redonda: Psicosomática, 1 Febrero – 7 Marzo, 2001
2. Lipton, Bruce H. La biología de la creencia: la liberación del poder de la conciencia, la materia y los milagros. La Esfera de los Libros, 2007. p. 202-203. ISBN 978-84-96665-18-7.
3. Goldstein L. et al. Role of the amygdala in the coordination of behavioral, neuroendocrine, and prefrontal cortical monoamine responses to psychological stress in the rat. Journal of Neuroscience. 1996 Aug 1;16(15):4787-98.Arnsten A.F. et al. Noise stress impairs prefrontal cortical cognitive function in monkeys: evidence for a hyperdopaminergic mechanism. Archives of General Psychiatry. 1998 Apr;55(4):362-8.Takamatsu H, et al. A PET study following treatment with a pharmacological stressor, FG7142, in conscious rhesus monkeys. Brain Research. 2003 Aug 8;980(2):275-80.
4. Lipton. op. cit. pp. 205
5. Borysenko,Joan. Borysenko, Miroslav. Tu Mente Puede Curarte. EDAF. 2004. p. 92. ISBN 978-84-414-1403-7
6. Church. D. La limpieza psicológica como preludio para la limpieza del alma. En Goleman, D. et al. La espiritualidad a debate: El estudio científico de lo transcendente. Kairós, 2010. ISBN 978-84-7245-746-1. p. 213
PNI en afecciones respiratorias pediátricas
De dónde venimos los homo sapiens
Desde los primeros homínidos, la esperanza de vida dependía del hambre, sed, infecciones y peligros violentos. Esta presión evolutiva nos ha programado ante estas situaciones con el desarrollo de una serie de estrategias basadas en la activación de Sistemas de Supervivencia Alostáticos que buscan restablecer la Homeostasis, el Equilibrio, para el correcto funcionamiento fisiológico y psíquico, con su posterior desactivación una vez conseguido dicho equilibrio.
Estos sistemas son: el simpático – parasimpático, eje hipotálamo – hipófisis – adrenales, y el sistema inmune entre otros, en gran medida determinados genéticamente, pero entrenados y madurados a través de la experiencia y el contexto.
El problema es que los “peligros” de entonces ya no tienen que ver con los actuales, pero nuestras estrategias siguen siendo las mismas.
La interactuación desde nuestra vida intrauterina, primera infancia y época adulta con lo que nos rodea: lo que comemos y cómo comemos, lo que pensamos, lo que sentimos, cómo y cuándo dormimos, cómo nos movemos, la presencia y gestión del estrés, la presencia o ausencia de nuestros progenitores, etc., influye en la expresión de nuestros genes (epigenética) y en el mantenimiento o pérdida de ese equilibrio u homeostasis favoreciendo así la aparición de síntomas, enfermedades y su cronificación (duración mayor de 3-6 meses).
Cómo nos afecta lo que nos rodea
Las condiciones de vida actuales, también llamados factores antropogénicos (hipotecas, estrés laboral, contaminación medioambiental, uso de medicamentos, alimentación actual, ausencia de movimiento…) favorecen además una activación leve pero mantenida del sistema inmune, produciendo una inflamación de bajo grado.
Esta inflamación de bajo grado (Low Grade Inflammation en inglés, LGI) genera una activación continuada de estas estrategias o sistemas de homeostasis (resistencia a la insulina, resistencia a la leptina, liberación de cortisol, activación de neurotransmisores, etc.) que puede llegar a agotar los recursos de nuestro organismo. Este proceso está en la base de numerosas afecciones como la diabetes tipo II, afecciones cardiovasculares, síndrome metabólico, enfermedades autoinmunes, fibromialgia, fatiga crónica, dolor crónico, enfermedades respiratorias, trastornos gastrointestinales, trastornos ginecológicos…
Según nuestra epigenética , y nuestra personalidad, usaremos más unas estrategias que otras y gastaremos más un recurso que otro, lo que determinará la aparición de un síntoma, una enfermedad u otra.
Objetivos de la Psiconeuroinmunología Clínica, la PNI
La clave está en el RITMO y la ENERGÍA. Identificar el ritmo de funcionamiento de nuestro cuerpo/mente y que cuente con la energía necesaria para ello sin sobreexplotar nuestros recursos.
Calmar los Ejes de Estrés
Activarlos cuando es necesario y lograr “desactivarlos” cuando se ha solventado la situación es una de las claves para no agotar neurotransmisores y recursos.
Biorritmos
El Sistema Inmune está diseñado para realizar funciones de vigilancia durante el “día” y funciones de reparación y defensa durante la “noche”. Identificar ese horario de actividades y adecuarlo en cada paciente es otra clave importantísima para el correcto funcionamiento y uso de recursos.
Cada uno tenemos nuestro propio biorritmo. Hay personas que son más “Alondras” y funcionan mejor desde primeras horas de la mañana, y personas más “Buho” que funcionan mejor en horas posteriores. A su vez, los órganos realizan distintas funciones a determinados horarios.
Identificar y respetar esos “horarios fisiológicos” nos acerca a la salud y nos saca del síntoma o patología. Permite que haya energía suficiente para realizar las múltiples funciones corporales de forma fisiológica.
Barreras corporales
El intestino y el sistema común de mucosas. Son tejidos que forman las barreras corporales: piel, pulmones, boca, intestino… Tienen múltiples funciones, entre ellas la de actuar de barreras/protección controlando el paso de sustancias y patógenos.
Para cumplir sus funciones es imprescindible que no aumente su permeabilidad, es decir, que no pasen moléculas ni patógenos que no deben pasar. Ciertos alimentos, medicamentos, hábitos de vida, aumentan dicha permeabilidad, lo que supone activar al sistema inmune de forma excesiva y fuera de su “ritmo”.
La Barrera Intestinal debido a su gran superficie presenta la mayor cantidad de células defensoras del sistema inmune y suele ser la más afectada en su permeabilidad por los motivos antes mencionados provocando lo conocido como” Intestino Pinchado”.
Microbiota
Las bacterias presentes en nuestras barreras corporales son de vital importancia en la correcta programación y funcionamiento del sistema inmune, entre otras múltiples funciones. Un objetivo primordial es restablecer el equilibrio de nuestra flora, favoreciendo la presencia de las bacterias simbióticas en nuestro organismo, en su correcta cantidad, y el adecuado tipo de cepas, ya que no todas las cepas son beneficiosas. Otra vez, el consumo de determinados alimentos, uso de fármacos (como por ejemplo los antibióticos) y determinados hábitos de vida, perjudican la calidad y cantidad de nuestra flora con múltiples consecuencias negativas: trastornos gastrointestinales (reflujo, mala absorción, trastornos en la digestión, etc.), incremento de complicaciones en trastornos inmunitario, anemias, alergias e intolerancias alimentarias y estacionales, trastornos cutáneos y dermatológicos, etc.
Usos de la PNI
Las pautas indicadas desde la PNI ayudan a restablecer el proceso de salud tanto en procesos agudos (esguinces, traumatismos, infecciones, episodios agudos asmáticos…) como en patologías crónicas (digestivas, inmunes, traumatológicas, reumáticas, respiratorias, dermatológicas, ginecológicas, vértigos, migrañas, dolor y fatiga crónicos, etc.).
Tiene una vital importancia en pre-embarazo, embarazo y primeros años por su gran efecto en el óptimo desarrollo cerebral intrauterino, en la correcta programación y uso de los ejes y recursos, y en la prevención y rápida resolución de patologías y síntomas en periodos posteriores.
También juega un importante papel en el incremento del rendimiento deportivo y en la prevención o mejor resolución de lesiones.
Al mejorar el uso de los recursos energéticos y del metabolismo, mejora el funcionamiento cerebral, por lo que para aumentar el rendimiento intelectual y cognitivo en contextos laborales, en preparación de exámenes y oposiciones, rendimiento escolar, etc.